En el concierto del pasado 3 de julio en el Hotel Dolder de Zúrich, la cantante italianísima, tan italiana como la mejor ópera o el excelente vino que se bebe en toda la península, Gianna Nannini reafirmó una vez más el personaje que mejor le sienta, el vestido que mejor le queda, el de la indiscutible artista iconoclasta, llena de fervor y deslumbrante energía con la que arrasó a todo el público joven, y... no tan joven.
Melodías clásicas como Lontano Dagli Occhi, Dio è Morto o el famoso Dedicato, la cantante trata de recuperar una italianidad que se pierde cada vez más en el concierto de una Europa debilitada por una política de la amenaza y del miedo; como cuando canta nosotros (los italianos) tenemos lo que tenemos, o esto va dedicado a los olvidados, a los que no tienen nada, a los que están en un aprieto y no se reconocen en el espejo, a los malos que en el fondo no son tan malos...
El concierto de casi tres horas bien nutridas dejó al público prendido de entusiamo, a pesar de ciertas entradas fallidas de la Nannini (cansancio probablemente) y la música alta en exceso. Su voz es ya un estremecedor lamento y no hay por qué exagerarlo más, carissima Signora Nannini.
Gracias y reciba el aplauso bien merecido del público suizo. Ciao bella!
Gianna Nannini hace un hit con HITALIA
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